miércoles, 26 de enero de 2011

Obras comentadas 7

LA MEZQUITA DE CÓRDOBA (planta)
Arte islámico. Siglos VIII-X.

Análisis:
Planta de una Mezquita. Dos partes fundamentales se pueden señalar de esta arquitectura: el patio {sahn) descubierto, en el que se observa el emplazamiento del alminar de planta cuadrada (desde donde el almuédano invitaba a la plegaria) y la fuente (sabil) para las abluciones obligatorias antes de entrar en la gran sala de oración (haram), cubierta y dividida por 18 hileras de columnas que forman 19 naves, todas ellas orientadas perpendicularmente al muro de la quibla, en el que destaca como elemento sobresaliente el mirhab. El muro que rodea el edificio está horadado por 18 puertas en tres de sus cuatro lados (no hay en el testero). Vemos también unos pilares que indican sucesivas ampliaciones.
      Parece un sistema adintelado pero con arcos (no aparecen bóvedas en planta) y por la delgadez de los soportes podría tener cubierta plana de madera. Los soportes van en un sistema doble: columnas sobre pilares y los arcos también: herradura sobre pilares  y medio punto sobre columnas. Los de herradura son de entibo o tirantes para evitar la curvatura de los soportes y los de medio punto para sostener directamente la cubierta.
      El espacio parece indiferenciado, es una sucesión de naves idénticas sin jerarquía ni localidad. No hay simbología en planta y es ideal para albergar grandes muchedumbres. Es un espacio oscuro por la falta de vanos.
Comentario:
Se trata de la Mezquita Aljama de Córdoba, construida durante el Emirato y el Califato de Al Andalus. Servía para la oración, sin ritos ni liturgias y por eso no hay localidad. Sí hay una quibla para orientarse y en ella está el Mihrab con la Maxura delante, todo ello orientado erróneamente al Sur.
 Se puede seguir fácilmente la evolución que a lo largo de los siglos experimentó esta obra en sucesivas ampliaciones. La primitiva mezquita es obra de Abderramán I. En el año 785 se inició el derribo de la Iglesia visigoda de S. Vicente y la construcción de la mezquita, con 11 naves y un patio.. Abd al-Rahman II alargó el antiguo edificio en dirección sur derribando la quibla en el S. IX. También ordenó derribar el alminar primitivo y construir uno nuevo. Comenzó al-Hakam su reinado con la ampliación de la mezquita en el S. X.  Se alargaron más las once naves hasta el Guadalquivir, se levantó la Maxura nueva y se construyó el Mihrab definitivo. Algunos años después, Almanzor se decidió a ampliarla por el lado oriental, que era el único por el que se podía hacer. A finales del S. X se añadieron 8 naves más con toda la largura de las anteriores y terminó el patio o Sabil.
Estos ensanches produjeron un resultado definitivo: la descentralización del mirhab; se rompía así la articulación de su eje principal y con él la simetría guardada hasta la ampliación de Almanzor. Sólidos muros delimitan el espacio arquitectónico exteriormente, robustecidos con contrafuertes que, en el muro de la quibla, coinciden con los ejes que separan las distintas naves. Sobre éstos reposan las cubiertas. La techumbre es plana de madera pero al exterior son 19 tejadillos de doble vertiente acabados en teja roja, cuyos canales de desagüe coinciden al interior con hileras de soportes. 






PATIO DE LOS LEONES
ALHAMBRA DE GRANADA

La Alhambra de Granada es la obra arquitectónica más característica del arte nazarí. Fue construida entre los siglos xiii y xv por distintos sultanes de la dinastía nazarí, lo que explica la falta de unidad de criterios en su desarrollo. Su nombre (Alhambra) significa “la roja”, en alusión a los ladrillos rojizos de su exterior. Fue concebida como una ciudad-palacio que cumplía funciones residenciales y militares. De ahí las diferencias entre un exterior sobrio, imponente y amurallado, y un interior exquisitamente decorado.
A pesar de la complejidad de la planta y de las transformaciones sufridas a lo largo de los siglos, se pueden distinguir en ella las tres partes del palacio musulmán: el mexuar o sala en la que el sultán administraba justicia y recibía a sus súbditos; el diwan o dependencia donde se celebraban las recepciones y se situaba el salón del trono; y el harén, en el que se ubicaban las habitaciones privadas del príncipe. La vida en el palacio se desarrollaba fundamentalmente en torno a dos de los patios: el de los Arrayanes, que constituía el centro del diwan, y el de los Leones, que era el centro del harén. Este último fue obra del príncipe Mohamed v (1353-1391) y es quizá el patio más famoso de todo el conjunto arquitectónico que forma la Alhambra. Su recargada decoración es muestra del esplendor del arte islámico.
En el patio de los Leones pueden apreciarse los elementos característicos de la arquitectura islámica. Se trata de un patio-jardín rectangular, en cuyos lados menores se sitúan dos pabellones precedidos de pórticos. Estos se sostienen mediante finas columnas cuya función era más decorativa que arquitectónica. Sus basas eran estilizadas y los fustes estaban ornamentados con anillos. Sobre los capiteles, decorados con atauriques o decoración vegetal, se sitúan los arcos apuntados y peraltados, profusamente decorados con mocárabes simulando estalactitas. Estos mocárabes se repiten por los cuatro lados del patio y la decoración no se reduce a las columnas y los arcos, sino que se extiende también a las bóvedas y los frisos.
En las paredes interiores de los pórticos, se observan azulejos decorados, que proporcionan una cierta elegancia al conjunto. La riqueza decorativa permite hablar de un verdadero horror al vacío, característico del arte del islam. En su origen, la decoración de la Alhambra fue policromada; hoy aún se conserva color en algunas de sus partes. Cabe resaltar la capacidad de este palacio para aunar belleza y exquisitez ornamental con la pobreza de los materiales empleados.
Se aprecia un marcado contraste entre el refinamiento decorativo y la tosquedad de los leones de la fuente, que ponen de manifiesto la escasa evolución de la escultura musulmana.
Debe considerarse igualmente la importancia simbólica que adquiere el agua en el arte islámico. Este aspecto no debe extrañar en una civilización que tuvo su origen en el desierto. El agua es considerada como un preciado tesoro y aporta a la construcción una especial sensación de frescor e, incluso, de musicalidad cuando esta fluye y está en movimiento.

Como resumen del tema y refuerzo os dejo estos dos vídeos, que resumen el arte hispanomusulmán:

S. VIII-X



S. XI-XV


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