domingo, 17 de abril de 2011

La pintura barroca española

A. Ribera, Zurbarán, Murillo

Ribera:


Se forma en Italia, donde conoce las formas artísticas de la primera mitad del Siglo  XVII. En su obra se observan influencias de los venecianos (color y luz de sus últimas obras), de Caravaggio (tenebrismo) y de la pintura española (realismo). A su vez, influirá en el gusto por el tenebrismo de la pintura española de la 2ª mitad del siglo XVII.

Influencia tenebrista:
Busca medelos populares, con contrastes lumínicos dentro de una atmósfera dramática. Realiza una pintura religiosa, emotiva e impactante.

El martirio de S. Felipe
El Martirio de San Felipe pudo ser pintado por Ribera para el rey Felipe IV, gran mecenas de las artes. Durante mucho tiempo ha sido catalogado como el Martirio de San Bartolomé, a pesar de no aparecer el atributo del santo, el cuchillo con el que fue desollado. San Felipe fue crucificado cuando predicaba por la ciudad de Hierápolis, en Asia Menor, siendo sus manos amarradas al travesaño de la cruz, que se convierte en su atributo habitual. La composición está dominada por diagonales y violentos escorzos, dando muestras del estilo barroco de la pintura del valenciano. La figura del santo ha sido realizada con todo lujo de detalles, marca su caja torácica al elevar los brazos y poner una suave resistencia al martirio. Su rostro, muy realista, debe corresponder al de alguna persona cercana al maestro. Tampoco están exentas de belleza y realismo las figuras de los sayones, destacando el esfuerzo físico que realizan al izar el travesaño de la cruz. La escena se desarrolla al aire libre, las figuras reciben la luz del sol, que en el caso de las mujeres de la zona izquierda desdibuja los contornos, dando sensación de atmósfera, como más tarde harán los impresionistas. La influencia de la Escuela veneciana y del idealismo de los Carracci produce estos nuevos conceptos lumínicos. El naturalismo inspirado en Caravaggio, que identifica la pintura de Ribera, se ha perdido en cuanto a los tratamientos lumínicos, pero no en las figuras, que parecen extraídas del pueblo napolitano.

También se observa ern su obra la influencia veneciana, especialmente en su serie de "Inmaculadas", donde crea un modelo iconográfico, en el cual, la luz dorada baña el cuadro y su paleta se llena de colores cálidos.














Un cierte mezcla de los dos estilos se observa en su obra "La bendición de Jacob", donde podemos observar una iluminación tenebrista junto con colores venecianos. Se observa también la materialidad de los objetos y el realismo de la figura. En la composición predomina la diagonal y el ángulo recto que marcan el árbol y el cuerpo de Jacob. En el cielo se adivina una masa de color dorado que antecede a la  aparición de la escalera.






Otras obras

Magadalena penitente
El patizambo





















Zurbarán:

Es el pintor de los monjes y de los bodegones. Su obra es fundamentalmente religiosa, prque es la iglesia (los conventos) su principal cliente. Pintó grandes ciclos en los que repite la misma estructura:
      • En la iglesia, escenas de Cristo
      • En la biblioteca o en la sala capitular, retratos de los miembros de la orden
      • En el claustro, vida del santo fundador.
En su pintura adivinamos una clara influencia tenebrista, con un marcado claroscuro, acentuación del dramatismo, de los volúmenes y de la tridimensionalidad. En sus bodegones observamos una profunda sensación de realidad.

Casi toda la obra de Zurbarán es tenebrista. En ella no importa la perspectiva y se aprecia una falta de habilidad en la composición. Zurbarán emplea una pincelada fina que hace acusar visualmente el volumen y el peso.

SAN HUGO EN EL REFECTORIO DE LOS CARTUJOS
Arte barroco. Francisco de Zurbarán (1598-1664).
Óleo sobre lienzo. Pintura Barroca
Museo de Bellas Artes de Sevilla. España.

ANÁLISIS
En esta obra Zurbarán realiza  una composición muy geométrica en tres planos: en el primero, San Hugo y el paje; en el segundo, el almuerzo y en el tercero, San Bruno y sus monjes saliendo de su ensueño. Sobre la pared un cuadro en el que aparecen  María con el Niño y San Juan Bautista, nos recuerda que los dos son los grandes protectores de la Orden.

Por otro lado, hay que señalar que la rigidez y envaramiento que parecen afectar a los monjes no es signo de torpeza del pintor, sino algo conscientemente buscado. Zurbarán tenía que transmitir en los rostros de los cartujos todos los signos de su vida de penitencia; así, demacrados por el ayuno, absortos, como corresponde a su larga meditación, los monjes son un vivo emblema de la dura vida de la Cartuja. Destaca la pintura de Zurbarán por «la solidez de sus formas, por una paleta de blancos y grises, de azules transparentes, ocres y malvas; sólo animada por los colores vivos de las túnicas de la Virgen y San Juan. Y sobre la mesa esas naturalezas muertas del maestro, ordenadas en un friso que, paralelo al que forman los monjes, acentúan el mensaje, tan bien expresado, del ayuno y penitencia cartujos.

COMENTARIO
      Este lienzo formaba, con los de la Virgen de la Misericordia y San Bruno y el Papa Urbano II, un programa que los cartujos sevillanos de las Cuevas encargaron a Zurbarán para la Sacristía de su Iglesia. Su lectura es clara: después de la abstinencia, el silencio es la otra gran costumbre de la Orden. Abstinencia y ayuno, contemplación y oración, son las virtudes que deben adornar al cartujo. Y, sobre todo, el amor a la Virgen, «Señora Potentísima, Madre de Dios, Abogada Nuestra y especial Conservadora de esta honestísima Orden», de quien los cartujos recibieron la devoción al Santo Rosario.
El cuadro muestra el “milagro que se produce cuando San Hugo va a pasar a la Cartuja para celebrar con los monjes el Jueves Santo. Envía a un paje por delante. Era miércoles Santo y el paje encuentra a Bruno y sus monjes dormidos y sobre la mesa cuencos con carne. Hugo al conocer la noticia no lo cree y vuelve a enviar a dos pajes más que le confirman lo que ya sabe. Se dirige personalmente al convento escandalizándose al ver la carne sobre la mesa, siendo Miércoles Santo. «En esto despertaron aquellos santos monjes [...]. Dijo el Obispo Hugo a San Bruno: Padre, ¿qué día es hoy? Respondió: Domingo de Quincuagésima». El Obispo al tocar la carne vio cómo se convertía en polvo: «Ponderando nuestros padres aquestas maravillas propusieron de jamás comer carne, entendiendo ser aquella voluntad de Dios».

Otras obras

"Bodegón de cacharros"
"Bodegón de limones"

Las cuatro piezas se alinean con claridad sobre un plano.
Equilibrio de las formas y tonalidades
Textura y color resaltados por la luz, intensa, contrastada y dura sobre fondeo oscuro(tenebrista)





Sencillez aparente atmósfera quieta y silenciosa, basada en un magistral dominio de la luz. Utilizando toques de blanco puro para modelar los limones con finísima precisión, el pintor consigue una gran intensidad.. Las frutas están dispuestas sobre el fondo neutro y oscuro, y en  la nítida superfície del plato se refleja la imagen.




Murillo:

Nació en el año 1617, en Sevilla. Fue quizá el pintor que mejor definió el Barroco español. En 1630 ya trabajaba como pintor independiente en Sevilla y en 1645 recibió su primer encargo importante, una serie de lienzos destinados al claustro de San Francisco el Grande; la serie se compuso de trece cuadros, que incluyeron "La cocina de los ángeles", la obra más celebrada del conjunto por la minuciosidad y el realismo con que estaban tratados los objetos cotidianos. 
Después de pintar dos grandes lienzos para la catedral de Sevilla, se empezó a especializar en los dos temas iconográficos que mejor caracterizaron su personalidad artística: la Virgen con el Niño y la Inmaculada Concepción, de los que realizó multitud de versiones.  Murillo se destacó también como creador de tipos femeninos e infantiles, pasó de la inocencia de "La muchacha con flores" al realismo directo de los niños de la calle, mendigos, que constituyeron un maravilloso estudio de la vida popular.
En 1658 se trasladó a Madrid donde conoció a Velázquez, quien lo puso en contacto con la pintura flamenca y veneciana.Los dos elementos claves en la obra de Murillo fueron la luz y el color. En sus primeros trabajos empleó una luz uniforme, sin recurrir a los contrastes. Pero este estilo cambió en la década de 1640 cuando estaba trabajando en el claustro de San Francisco. En él se podía apreciar un marcado acento tenebrista, muy influenciado por Zurbarán y Ribera. Este estilo se mantuvo hasta 1655, momento en que Murillo asimiló la manera de trabajar de Herrera el Mozo, con sus transparencias y juegos de contraluces, tomados de Van Dyck, Rubens y la escuela veneciana. Otra de las características de este nuevo estilo fue el uso de sutiles gradaciones lumínicas con las que consiguió crear una sensacional perspectiva aérea, acompañada de la utilización de tonalidades transparentes y efectos luminosos radiantes.
 Elaborado a partir de :http://www.publispain.com/revista/biografia-de-bartolome-esteban-murillo.htm


Niños comiendo melón y uvas


Jesús, S. Juan y el cordero





















B. Velázquez



Extraordinaria página web sobre el pintor. Aquí podréis encontrar todo lo relativo a su vida y su obra





"Los borrachos"




Su obra maestra. El juego de la mirada

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